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Pieza del mes junio 2011
- La pieza
- Biografía
- El cuadro
- Biografía del artista
- Ficha técnica
Introducción
Muchos han sido los artistas contemporáneos que a lo largo de su trayectoria creativa se han aproximado a los grandes nombres de la pintura a través de las interpretaciones. Desde Goya a Picasso, pasando por Manet, el análisis, la copia o simplemente una observación de las grandes obras artísticas del Renacimiento y el Barroco han estado patentes o han servido para dar un salto cualitativo en sus maneras de crear. Influencias que, más o menos evidentes, han sido un recurso continuo que como resultado final nos ofrecen unas visiones contemporáneas del elemento clásico. Es el elemento clásico el objeto de juego del artista que no duda en adaptar o recrear con él un nuevo lenguaje plástico. Por otro lado, siempre ha habido imágenes que han marcado mitos dentro del arte. Sin lugar a dudas La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, ha sido la obra que más bibliografía ha dejado tras de sí y que abarca un amplio abanico de estudios técnicos, empíricos o susceptibles a otras inclinaciones fuera del campo histórico o artístico. También ha sido el lienzo que más reinterpretaciones ha tenido o que ha servido de base a otros mecanismos plásticos que, con su interpretación, contribuyen a seguir alimentando un icono pictórico que sigue vigente quinientos años después.
La obra
Gioconda Africana
Nada más contemplar la pieza el espectador recuerda la Gioconda de Leonardo. No hay pretensión de engaño en el artista: su mirada, su postura, su presencia y disposición en la superficie son, sin lugar a dudas, mímesis formal del afamado retrato renacentista. No podía ser de otra forma pues Fiume, en 1975, publica su primera obra literaria titulada W Gioconda! y la célebre pintura de Da Vinci es el centro de atención de su creación. En 1974, y en el Palacio Real de Milán, Salvatore Fiume presenta al público Gioconda Africana, una obra capital en su trayectoria pictórica, artística y personal, ya que en ella retrata a su nueva compañera, Zeuditú –mujer de origen africano con la que compartirá el resto de su vida– y la cual influirá en su obra de una forma más que evidente al introducir la temática y la estética africana en las formas de hacer del artista. Así, la famosa pintura renacentista queda desprovista de las vestimentas formales de la época para ataviarse con el color de las tierras africanas. El fondo no existe; tornándose neutro recorta sobre él la figura de una joven de tez oscura que muestra su exuberante belleza con toda su indolencia al espectador y en análoga actitud a la modelo que Leonardo eligió para su obra. La luz se centra en el rostro y el busto de la modelo, enfatizando las tonalidades de la piel y cercenando más la figura del fondo. Con esta luz Fiume consigue dar calidez a la obra y ofrecer una paleta tonal trabajada de manera espléndida partiendo de los tonos ocres, tierras y blancos, estableciendo un claro manifiesto a la luz y el color del continente negro.
La obra entró a formar parte de la colección del Ateneo de Madrid tras la exposición que Fiume realiza en la institución en marzo del año 1975.
Breve biografía del artista
Salvatore Fiume (Comiso, Sicilia, 1915 – Milán, 1997)
Salvatore Fiume (Comiso, Sicilia, 1915 – Milán, 1997). Comienza sus estudios en el Instituto de Artes del Libro de Urbino especializándose en técnicas de estampación. En 1936 se traslada a Milán, donde pronto establece relaciones con los intelectuales de la ciudad y donde ilustrará varias revistas literarias para más tarde dedicarse por completo a la pintura, en la que centra su producción. En 1949 realiza su primera exposición en la galería Borromini con una muy buena crítica que le lleva al año siguiente a participar en la Bienal de Venecia. Es en la década de 1950 cuando también realiza sus primeros trabajos como escenógrafo en Milán, convirtiéndose en uno de los más reputados del momento y cuyos trabajos se verán también en otras ciudades del mundo como Nueva York. En paralelo realiza intervenciones en la decoración de edificios –grandes murales– junto con el arquitecto Gio Ponti, lo que atraerá a Fiume hacia el campo de la arquitectura, además de introducir en su producción artística la escultura y la literatura. En 1973 y junto al fotógrafo Walter Mori, recorre Etiopía, donde conoce a su compañera Zeuditú, lo que hace que, a partir de ahora, su obra se llene de claras influencias y motivos africanos. En los años siguientes la arquitectura, la pintura, la escultura y la literatura centran su obra, concurriendo a grandes muestras internacionales y convirtiéndose en uno de los artistas más representativos de las artes italianas del siglo XX. Salvatore Fiume muere en la ciudad de Milán el 3 de junio de 1997.