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Pieza del mes octubre 2009
- La pieza
- Biografía
- El cuadro
- Biografía del artista
- Ficha técnica
INTRODUCCIÓN
El actual edificio sede del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid fue levantado por Luis Landecho y Enrique Fort entre los años de 1881 y 1884. De su decoración se encargó Arturo Mélida y Alinari, creador polifacético que abarcó varias disciplinas artísticas que no dudó en aplicar a este singular inmueble. Las diferentes reformas y los avatares históricos que ha sufrido el edifico han hecho que éste cambie de aspecto a lo largo del siglo XX en un proceso de adaptación a los tiempos modernos. Una de las reformas más importantes fue la ejecutada en 1910, cuando la estructura del segundo piso cambió por completo ganando espacio para la ampliación de la biblioteca. No obstante, en la década de 1950 y 1970, también se produjeron intervenciones que dejaron la construcción tal y como actualmente la conocemos. Estas intervenciones se centraron en remodelar el Salón de Actos y otras estancias como la Galería de Retratos e inclusive la propia fachada del edificio en la que se retallaron los elementos ornamentales. La Guerra Civil y la intervención del Ateneo por Falange propiciaron el saqueo no sólo de las colecciones artísticas atesoradas hasta entonces, sino la incautación de mobiliario, herramientas de trabajo e incluso hasta el ascensor del edificio de Santa Catalina.
Gracias a las fuentes literarias y documentales conocemos cómo era el Ateneo de Madrid a principios del siglo XX.
La pequeña colección fotográfica que poseemos -nueve ejemplares anónimos-, muestra las diferentes estancias de la docta casa en 1920, por lo que nos ofrece un documento único que atestigua el paso del tiempo y las transformaciones sufridas.
Declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento, por Decreto 5/1992 de 6 de febrero, este año ha cumplido su 125º Aniversario. A través de las siguientes imágenes observaremos la metamorfosis de las principales estancias que componen la institución y echaremos un vistazo al pasado.
EL CUADRO
La Escalinata
Proyectada en origen con la misma magnificencia que a día de hoy presenta, sus cambios atestiguan la renovación social para la mujer que el siglo XX trajo consigo. Basada en la alternancia de tres espacios que juegan en sus dos niveles con los llenos y los vacíos, el doblete superior acodado ascendía a la actual sala de periódicos. Este doblete era empleado por las damas para acceder al palco superior del salón de actos, ya que su presencia en el patio de butacas estaba vetada. El movimiento sufragista y la actividad de la mujer como socia en la institución –Clara Campoamor, Victoria Kent, Hildegart y otras muchas- reivindicando su papel en la sociedad contemporánea y, evidentemente, en el propio Ateneo donde tuvieron un foro importante, pudo ser determinante para esta remodelación. Quizá por estas circunstancias y las de ganar espacio en el piso superior, la escalinata fue reformada procediendo a demoler este doblete que también llevó consigo cambios en la altura de la puerta de acceso, así como cegar el lucernario que iluminaba esta entrada.
La Galería de Retratos
Decorada con pinturas murales de Arturo Mélida, sus bastidores albergan una completa iconografía de los hombres más sobresalientes en la sociedad de los siglos XIX y XX ejecutada por los mejores pinceles de la pintura contemporánea española. A pesar de parecer haber estado sin alteraciones, ha sufrido varias a lo largo de estos 125 años. Por un lado las obras que cambiaron la concepción espacial entorno al Salón de Actos y que fueron ejecutadas hacia 1950, donde se procedió a levantar muros paralelos a la Cacharrería que terminaron con sus formas ovaladas en los extremos; por otro, los repintes que sufrieron las pinturas originales para ocultar diversos símbolos masónicos que de forma explícita aparecían y que hemos recuperado recientemente. Afortunadamente ha sido un espacio que se ha mantenido íntegro al expolio que la institución ateneísta sufrió en 1939.
Salón de Actos
Emblemático espacio dentro del Ateneo de Madrid y testigo mudo del devenir histórico, por su tribuna han pasado los más ilustres personajes nacionales e internacionales de los últimos 125 años. Decorado con extraordinarias pinturas murales de Mélida, destaca su techumbre donde observamos una alegoría al conocimiento realizada dentro de las pautas del primer Modernismo. Concebido con un patio de butacas a modo de senado, pronto cambió la disposición de sus asientos para adaptarse a la demanda de los tiempos modernos. Hasta en cuatro ocasiones han sido mudadas éstas y su disposición. Igualmente sus accesos también han cambiado su ubicación, eliminando la entrada trasera por unas laterales. En la imagen observamos el palio que cubre la cátedra, custodiado actualmente en los depósitos de la institución.
Biblioteca
En origen la biblioteca del Ateneo se ubicaba, exclusivamente, en la sala conocida como La Pecera. Su rápido crecimiento y la demanda del espacio hicieron necesario que en 1910 se procediera a su ampliación, eliminando otros espacios colindantes como el museo del Ateneo y una sala de lectura, convirtiéndola en la actual Sala General. Estantería y pupitres son los originales, así como algunas de las sillas, todo ello diseñado por Mélida en 1884.
La impresionante Pecera, prototipo de las bibliotecas del siglo XIX, ha resistido el paso del tiempo sin apenas transformaciones importantes, si bien el mesetón –protagonista de la sala antiguamente- fue eliminado en la reforma de 1950.
Sus fondos albergan ejemplares desde el siglo XVI hasta la actualidad, siendo especialmente ricos en la centuria decimonónica. Libros, prensa, memorias, mapas o fotografías antiguas forman esta magnífica biblioteca.
La Cacharrería
Este mítico espacio de tertulias ha sido el que más ha venido sufriendo el paso del tiempo. Su aspecto ha variado debido sobre todo al saqueo que sufrió tras la Guerra Civil, afectando tanto a sus pinturas decorativas como a su mobiliario. Su estructura también cambió hacia 1930 cuando, bajo la presidencia de Manuel Azaña, se cerró su sala más pequeña para convertirla en despacho.
En origen era una sala decorada con magnificencia y deudora de los historicismos tan de moda a finales del siglo XIX. Así, a los lienzos que colgaban de sus paredes, se unían las pinturas de Vicente Palmaroli situadas sobre las puertas de acceso y las de sus alumnos en Roma, serie conocida como las Pinturas de la Academia. Sin embargo el espacio más notorio era la sala ubicada a partir de la tercera crujía; sus paredes quedaron cubiertas por grandes sargas pintadas con temas medievales, obras de Luis Taverner y Montalvo que desaparecieron en 1939.