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Pieza del mes marzo 2010
- La pieza
- Biografía
- El cuadro
- Biografía del artista
- Ficha técnica
INTRODUCCIÓN
Su escasa obra pictórica hace de Julián Castedo uno de esos artistas desconocidos que, lamentablemente, aún no ha sido estudiado en profundidad. Su obra se mueve dentro del paisajismo entendido desde una perspectiva costumbrista y donde se intuyen algunos de los rasgos más característicos de las Vanguardias con las que compartió espacio y tiempo pero de las que nunca llegó a formar parte.
A pesar de realizar su producción en un momento convulso y de grandes cambios para el arte español, su obra sigue las líneas trazadas por el academicismo en lo que se refiere al estudio volumétrico y la organización de las masas en el espacio. No obstante, la aplicación de la mancha está influida por una notable libertad deudora de las maneras de hacer de la década de 1920: libre, espesa y opaca, sostenida por sí misma y sin apoyo en el dibujo. Castedo vivió el inicio del arte de Vanguardia y aplicó teorías a su propia producción. Vinculado a la Sección de Artes Plásticas del Ateneo de Madrid –desde 1930 y como secretario segundo de la misma– se vio inmerso en el nacimiento de las nuevas formas de hacer artísticas que, de la mano de Victorio Macho, llegaron a la sala Santa Catalina del Ateneo y entre las que destacó la creación de la Escuela de Vallecas, la cual conoció de primera mano.
Lamentablemente, el estallido de la Guerra Civil y su vinculación a las ideas republicanas le hizo abandonar el territorio español para fijar su residencia en Moscú, donde permaneció el resto de su vida y donde siguió pintando obras que plasmaban el paisaje campestre o urbano español.u obra está representada en el Ateneo de Madrid con dos lienzos de igual temática: el paisaje. Ambos entraron en nuestra colección cuando Castedo inauguró la remodelación de Santa Catalina en 1931 exponiendo sus obras justo inmediatamente antes de la gran exposición de Benjamín Palencia y Alberto Sánchez, creadores de la Escuela de Vallecas.
EL CUADRO
Sus obras se han movido evocando siempre el paisaje y lo cotidiano. Si bien pudiéramos decir que se encuadra dentro de lo costumbrista, la obra de Castedo tiene un trasfondo que el espectador puede apreciar y evaluar como una síntesis entre lo tradicional y la Vanguardia.
Esta obra debemos encuadrarla en los primeros años de Castedo como artista en los que refleja una tendencia más comercial y enfocada a un público de amplio espectro, dejando atrás las modas imperantes en el género pictórico y la política de exposiciones que llevó el Ateneo de Madrid para su sala de exposiciones. Es por tanto un paisaje pautado y dentro de los cánones. Representa un olivar en su final, cuando la tierra labrada se funde con el paisaje abrupto y con otros tipos de vegetación que el artista sabe usar como fondo que resalta el primer plano. Las pinceladas cargadas, espesas y largas, fluyen por la tela construyendo una marcada horizontal adecuada al formato del lienzo, imponiéndose éstas sobre el dibujo y abogando por las gamas verdes y sienas. Es interesante cómo Castedo se inclina por un punto de fuga en una liguera y sutil diagonal, marcando el inicio en el lateral izquierdo del lienzo y ampliando la visión en dos sentidos con ayuda de la perspectiva.
Destaca la composición generada por un cúmulo de manchas volumétricas que no reparan en los pequeños detalles, sino que la pintura se construye con generalidades, depositando los volúmenes correctamente, pero sin reparar en el acabado de los mismos.
La obra entró a formar parte de la colección del Ateneo en 1931, cuando Julián Castedo expuso en la sala de Santa Catalina inaugurando el nuevo espacio que marcaría la Vanguardia española.
Julián Castedo Moya
(Madrid, hacia 1900 – Moscú, antigua Unión Soviética ¿?). Pintor de formación sólida y academicista, su trayectoria se vincula a la pintura. Su biografía, poco estudiada o inexistente por los avatares históricos, queda documentada brevemente en su paso por el Ateneo de Madrid y en la pertenencia a la Sección de Artes Plásticas de la institución, ejerciendo el cargo de secretario segundo de la Sección junto a la también pintora Elena Verdes-Montenegro y bajo la presidencia de Victorio Macho. Su nombre aparece ligado a determinadas asociaciones artísticas de la época con un claro matiz socialista y próximas a las ideas republicanas y comunistas. Sin embargo, no logró destacar como artista salvo en la exposición individual que en 1931 realizó en la sala Santa Catalina del Ateneo –muy posiblemente por ser secretario de la misma y con la ayuda de Víctor Masriera- hecho que habría que analizar desde perspectivas directas: el auge de las Vanguardias y el apoyo que el Ateneo de Madrid brindará a las mismas dejó fuera a aquellos artistas que movían su producción dentro del academicismo.
Vinculado a movimientos republicanos y pro soviéticos, en 1939 abandonó España y se exilió en la Unión Soviética, donde debió permanecer hasta su muerte en la década de 1980. Siguió pintando y podemos encontrar en sus obras, de esos años, paisajes madrileños posiblemente trabajados por medio de fotografías.