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Pieza del mes agosto 2011
- La pieza
- Biografía
- El cuadro
- Biografía del artista
- Ficha técnica
Introducción
Una de las obras más emblemáticas del Ateneo de Madrid es el retrato que realizó Joaquín Sorolla de su colega Eduardo Rosales. Pieza de gran relevancia en la colección, sorprende a quien lo contempla por su tenebrismo y el empleo de una paleta muy alejada de los matices cromáticos y lumínicos que el valenciano acostumbró a usar en su obra. Por otro lado, su formato también excede las habituales y estandarizadas medidas del resto de los lienzos que componen la extensa Galería de Retratos del Ateneo.
La vinculación de Joaquín Sorolla con el Ateneo de Madrid, llegó de la mano de la Sección de Bellas Artes (actualmente denominada Artes Plásticas) la cual presidió a partir de 1905 –sucediendo en el cargo a Amós Salvador y Carreras– y hasta el año de 1912, fecha en la que abandona la presidencia y accede a la misma su amigo, el también pintor, Aureliano de Beruete. Es también en esta fecha cuando Joaquín Sorolla realiza su viaje por España para realizar los estudios y los bocetos que, por encargo del hispanista Mr. Archer Huntington, más tarde decorarán la Hispanic Society de Nueva York.
La vinculación de Sorolla con el Ateneo de Madrid quedó plasmada en este lienzo, el cual fue donado por el propio artista a la institución muy posiblemente en el año de 1906.
El Cuadro
Retrato de Eduardo Rosales
Joaquín Sorolla realizó este retrato inmediatamente después de su entrada como presidente de la Sección de Bellas Artes del Ateneo de Madrid, donándolo a la institución hacia la fecha de 1906 - 1907. El lienzo ocupa en la actualidad un lugar relevante dentro del despacho de Manuel Azaña.
La representación a cuerpo entero del pintor Eduardo Rosales es, sin duda alguna, una iconografía singular dentro del conjunto de la Galería de Retratos de la docta casa, ya que no cumple el formato de busto que presentan el resto de los retratos y excede, considerablemente, el formato del resto de obras. Sorolla representa al fallecido pintor del siglo XIX, tras haber transcurrido treinta y tres años después de la muerte de éste, lo que le hace recurrir al retrato que Francisco Sans y Cabot pintó de Rosales en 1974 –perteneciente al conjunto de la Galería de Retratos del Ateneo de Madrid–por lo que Sorolla copia, literalmente, el lienzo de Sans y Cabot al que añade el resto de la anatomía hasta completar el cuerpo que se recorta sobre un fondo neutro. Por este motivo los tonos cromáticos empleados en la construcción del lienzo, al igual que la luz, no son un fiel reflejo a lo que el valenciano viene haciendo en estos años dentro de su producción pictórica. Hay que buscar su impronta en la paleta que sostiene el retratado, donde el empaste, la viveza y la luz dejan patente la personalidad de Sorolla. No obstante el lienzo no pierde ápice de solemnidad a la hora de dotar a la figura de una majestuosa presencia de bellas proporciones.
Breve biografía del artista
Joaquín Sorolla y Bastida, (Valencia, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923). Hijo de inmigrante turolense dedicado al mundo de los tejidos en la ciudad del Turia, Joaquín queda huérfano de de padre y madre apenas contando con dos años de edad. En 1874 comenzó sus estudios en la Escuela Superior, donde el profesorado advierte en el joven sus buenas formas de hacer en el campo del dibujo, lo que le llevó a la Escuela de Artesanos donde José Capuz fue su primer maestro. En 1979 ingresa en la Escuela de San Carlos donde cursará estudios, realizando su primera muestra en 1880, donde consigue el segundo premio. En 1885 obtiene la Beca a Roma otorgada por la Diputación de Valencia, regresando en 1889 a Valencia para, un año más tarde, fijar su residencia en Madrid. Comienza el siglo XX y Sorolla concurre a muestras en Paris y Madrid, donde su obra no pasa desapercibida y es premiada en numerosas ocasiones y se convierte en un pintor afamado, lo que hace que su obra se vea en Nueva York en 1909 y alcance un éxito que le catapulta a ser la figura más importante del arte español. En 1912 se le encargan las famosas pinturas que decoran la Hispanic Society de la ciudad de los rascacielos, trabajo que no concluirá hasta 1919. En 1914 fue nombrado Real Académico de San Fernando.
Mientras que pintaba el retrato de la señora de Pérez de Ayala, en 1920, sufre un ataque de hemiplejía que le mantendrá impedido, física y mentalmente, hasta su muerte en el mes de agosto de 1923.
Su relación con el Ateneo de Madrid coincidió con los años de más éxito del artista, presidiendo a la vez la llamada Sección de Bellas Artes. Su labor dentro de la Sección es desarrollada conjuntamente con el también pintor –y amigo personal de Sorolla– Aureliano de Beruete, quien ocupó el cargo de Vicepresidente de la misma y le sucederá en el cargo a partir de 1912.