Clarín y Galdós en el Ateneo
Leopoldo Alas Clarín escribe de su amigo: “Conocí a Galdós en el Ateneo nuestro, el antiguo, el bueno, el de Moreno y Revilla, en el salón de retratos vi ante mí a un hombre alto, moreno, de fisonomía nada vulgar.(...) La frente de Galdós habla de genio y de pasiones, por lo menos imaginadas, tal vez contenidas; los ojos, algo plegados los parpados, son penetrantes y tienen una singular expresión de ternura apasionada y reposada, que se mezcla con un acento de malicia…
… la cual mirando mejor se ve que es inocente malicia de artista. No viste mal… ni bien. Viste, como deben hacerlo todas las personas formales, para ocultar el desnudo, que ya no es arte de la época. No habla mucho, y se ve luego que prefiere oír, pero guiando a su modo, por preguntas la conversación”.